Las montañas son inmensas y el terreno vasto. Mira cómo el snowboarder profesional y veterano de esquí de travesía Mark Sollors se prepara con BOA antes de aventurarse hacia el punto sin retorno.
Como uno de los snowboarders más sensatos, cuando estás con Mark Sollors, es fácil olvidar que es un profesional de este deporte. Su presencia tiene algo, es como si lo conocieras desde hace muchos años.
Se desliza de manera impecable y con fluidez, y ver cómo lo hace es tan agradable como estar con él. Este enfoque despreocupado y su humildad es lo que lo hace diferente del resto, dándole a su carrera una larga vida en una industria siempre cambiante como una puerta giratoria por donde pasa alguien nuevo cada vez. Pero él se encuentra en ella de un modo distinto al forjar su propio camino – quizás algo parecido al estado de movimiento continuo del que habla – y se nota.
“Es un estado de movimiento continuo. Una vez que comienzas a avanzar y cogerle el ritmo, empiezas a sentir el viento, y es una combinación de adrenalina y comodidad. Es una mezcla curiosa de confianza, nervios y la certeza de que sabes lo que estás haciendo”.
Mark, conocido por la mayoría como Sollors, creció en Kelowna, BC, donde comenzó a hacer snowboard los fines de semana cuando tenía ocho años. Cuando estaba en el instituto, fue contactado por un representante de ventas local, que empezó a darle equipo, lo cual condujo eventualmente a un acuerdo de patrocinio con Burton. A los 24 años, fue nombrado Transworld Rookie of the Year – y aunque él sea el primero en admitir que esa edad parece vieja como para ser nombrado “rookie” (novato) en comparación a los jóvenes de 18 y 19 años en la competencia, Sollors dedicó su tiempo, y estaba listo.
“Definitivamente fue un comienzo lento, pero aprendía muchísimo en el camino. Estaba adquiriendo un montón de experiencia en el esquí de travesía, en los concursos, deslizándome por las barandillas, filmando y, además de todo esto, el negocio. Cuando recibí el reconocimiento de la industria como Rookie of the Year, sentí que estaba listo”.
Con ahora 33 años, Sollors ha practicado snowboard la mayor parte de su vida y está dedicado al proceso. Casi todas las mañanas comienzan a las 5:30 a.m. con el sonido de una motonieve o helicóptero, mientras que otras ocasiones se pasan esperando pacientemente a que el clima sea ideal durante días o meses. El esquí de travesía requiere paciencia, experiencia, compromiso y sensatez – debes estar tan concentrado y preparado como sea posible, sabiendo que estos cuidadosos cálculos y decisiones determinan la vida o la muerte. Pero eso es demasiado oscuro como para pensar en ello, dice, y la recompensa vale la pena.
“Lo que hacemos está muy bien calculado, al menos en la medida en que nos es posible. Cuando terminamos de estimar la velocidad, las condiciones de la nieve, la conciencia de avalanchas – marcamos todas las casillas lo mejor que podemos y nos sentimos bien. Sabemos en qué nos estamos metiendo, y regresamos a lo básico de hacer lo que sabemos hacer. Y cuando todo está bien, te sientes como si estuvieras en el mejor lugar de todos”.
